No es fácil pararme frente a ustedes, todo un colectivo pro aborto. De todas las veces que he tratado de debatir sanamente con alguno, al finalizar sólo he recibido agravios. Me han dicho de todo: desde bruta, cerrada y mal educada (no en el sentido de que sea grosera, sino en el sentido de que, aparentemente, no me he instruido bien) hasta que mejor vaya a cuidar mis bendiciones.
No es fácil pararme frente a ustedes, todo un colectivo pro aborto y tratar de mostrarles mi punto de vista. Veo un colectivo tan cerrado en sus convicciones que admiro el trabajo de quienes están detrás de este movimiento, por esa capacidad de liderar y llevar a tanta gente por un sendero tan anti humano sin ningún remordimiento en el proceso. No es nuevo: Hittler hizo lo mismo.
Así que, de entrada, si eres pro aborto y sólo has venido a leer pensando encontrar a una persona tonta y mal instruida en el tema que seguramente podrás convencerla con tus argumentos, mejor te digo retírate, porque mis convicciones son fuertes y si he decido exponerlas, es porque duele ver el rumbo que está tomando la humanidad.
Seguramente, ustedes como colectivo ya han escuchado historias de chicas que abortaron y siguieron con sus vidas normales; otras se arrepintieron fuertemente después y hay otras más desalmadas que dicen que lo volverían a hacer cuantas veces sea necesario. También sabemos que hay muchas que murieron por someterse a un procedimiento médico en condiciones precarias, sea porque no tenían las facilidades económicas o legales. Hay quienes concibieron producto de una violación o abusos sexuales por años. Conozco de cerca muchos casos, así que sé muy bien de qué están hablando.
Entonces vamos punto por punto con sus argumentos:
- El embrión no tiene los mismos derechos que una persona.
Empecemos por el principio. Después del acto sexual (voluntario, consentido o no) existe la posibilidad de que dos células independientes se junten y formen una nueva vida, sobre la que ya no deberían tener injerencia ni los padres, ni el Estado, ni un médico cualquiera. Es diferente cuando hablamos del óvulo, célula viva que pertenece al cuerpo de la mujer, y del espermatozoide, célula viva también que pertenece al hombre; porque mientras éstas sean dos células individuales y propiedad, por decirlo así, del hombre o de la mujer, pueden disponer de ellas como quieran. Pero cuando ya se han juntado y
han concebido una vida completamente diferente, un cuerpo aparte, otra existencia, nuevo conjunto de células o como quieran llamarlo, pero esa vida MERECE RESPETO. Nadie tiene derecho a disponer de esa vida, nadie puede juzgar si merece morir o no, porque no ha hecho nada para merecer la muerte.
Dirán que "el conjunto de células" no siente. Quizás no es a mí a quien le falta instrucción en este sentido. Todo ser vivo tiene un instinto de supervivencia básico. Si una célula sola lo tiene, ¿por qué asumimos que un feto no?. Se ha observado y documentado el dolor que siente un feto al ser arrancado. Creo que no es para menos. No creo que alguno de ustedes sienta placer si de repente, de la nada, aparece una máquina que les arranca la cabeza, los brazos y las piernas sin compasión. Se ha observado a ese conjunto de células abrir la boca en un diminuto grito que no puede ser escuchado.
Quizás deberíamos volver a presentar esos videos en los colegios para que los jóvenes entiendan de qué estamos hablando.
Me han tachado de ridícula por defender la vida de unas cuantas células, de un feto que ni siquiera tiene sistema nervioso. Me han dicho ridícula por defender a "eZos bEbitOz" que ni siquiera sabrán que murieron. Me dicen hipócrita porque defiendo la vida pero no soy vegetariana (¡¿qué carajos tiene que ver lo uno con lo otro?! Siempre digo que defiendo la vida HUMANA E INOCENTE).
- La mujer tiene derecho a decidir.
Falso. La mujer no tiene derecho sobre una vida que no le pertenece, por que ya no está decidiendo sobre su cuerpo sino sobre uno ajeno. El embrión humano no pertenece al cuerpo de la mujer del mismo modo que un órgano como un riñón o hígado.
- La penalización del aborto profundiza la desigualdad social, porque solo las mujeres ricas pueden practicarse un aborto con medicinas o quirúrgico, mientras que las pobres sólo pueden acceder a métodos caseros e inseguros.
Si es la desigualdad social lo que nos preocupa, ¿por qué no hablamos de implementar sistemas de salud de calidad y accesibles para la clase media y baja? ¿Acaso los verdaderos problemas de salud pública no merecen nuestra atención, energía y recursos? ¿Acaso no hay más gente muriendo por esta desigualdad social? Ataquemos el problema real, no uno inventado para librarse de responsabilidades.
- Es un problema de salud pública.
Falso. Mueren muchísimas más mujeres por cáncer de cuello uterino o de mama que por abortos clandestinos. Ésos son problemas de salud pública, y se pudiera hacer mucho con un sistema de salud de calidad como mencioné en el punto anterior. Y no sólo eso, con un buen sistema de salud, basado en la prevención, no sólo se evitan crímenes como el aborto sino también enfermedades. Así que el foco debería ser la prevención, antes que el asesinato.
- La legalización disminuye la cantidad de abortos y de muertes por lo mismo.
Falso. El aborto seguirá existiendo en la misma cantidad, sólo que las muertes ya no serán por las condiciones insalubres o métodos mal aplicados sino a manos de profesionales. El aborto no es inocuo para la mujer ni para su vida futura; las secuelas en el cuerpo quedan y su salud se puede ver afectada posteriormente, sólo que ésto ya no será considerado muerte por aborto.
- Los abortos clandestinos ponen en riesgo la vida de las mujeres.
Díganme ustedes, en primer lugar, si alguien que va a matar a otro ser humano tiene derecho a pedir garantías por su vida. Las mujeres que mueren por abortos clandestinos
se lo buscaron.
- El aborto es un tema de justicia social, porque evita que nazcan niños entre pobreza, hogares rotos, vecindarios complicados, malformaciones u otras complicaciones.
Si consideraciones como ésta son razones suficientes para una mujer para abortar en un momento determinado, entonces son razones suficientes para el infanticidio en circunstancias similares. Hablan de matar antes de tiempo a niños pobres, o niños no deseados porque crecen con un resentimiento hacia la sociedad. Bajo ese mismo argumento, podríamos matar a miles de infantes en orfanatos y calles.
Yo les pregunto, ¿quién decide las condiciones en las que vivirán esos niños? ¿No deberían ser los padres, en primera instancia? ¿Aquellos mismos que concibieron no deberían preocuparse por darle calidad de vida al ser por nacer? ¿Acaso no es ésta su responsabilidad? ¿O es de la responsabilidad que están tratando de huir?
¡Qué pobreza de pensamiento tiene la juventud ahora! Mientras más los leo, más veo la debilidad de los argumentos que ofrecen y que no tienen de trasfondo nada más que
liberar a una mujer de una responsabilidad que no desea.
Es a esto a donde hemos llegado. A desensibilizar el tema sólo para que las mujeres que quieran abortar no sientan remordimiento ni tengan problemas legales al hacerlo. Pero el acto es el mismo, independientemente de dónde o en qué etapa de la vida se lo ejecute: es un ASESINATO. Y la mujer que lo permite es una asesina.
No importa qué nombre le pongan, no importa si aprueban la ley o no; el aborto es un crimen, un atentado contra la vida humana y debe ser castigado como tal. Las circunstancias deben examinarse con lupa, puesto que no todos los casos son iguales y no todas merecen la misma pena. Pero si hay un cuerpo, hay un crimen.
Aquí estoy defendiendo la vida de niños que no conozco y ni conoceré, pero que sólo el hecho de ser VIDA ya representa algo que debería ser sagrado e intocable, pero esas palabras parecen no existir ya en el vocabulario de quienes están en este movimiento.
¿Por qué me afecta tanto este tema? Mucha gente de este colectivo, cansada de mi actitud cerrada a favor de la vida y al acabarse sus argumentos, me ha mandado a estudiar, a lavar platos, a atender mi casa, a mi marido y a mis hijos. Me dicen que simplemente si no estoy de acuerdo con el aborto, pues que no lo haga, pero que deje a las demás decidir lo que les dé la gana. Pero no es tan sencillo como eso.
Afecta y duele porque caminamos hacia una humanidad insensible e irrespetuosa. Me preocupa el mundo que le estoy dejando a mis hijos. ¡Qué mundo tan terrible ese donde el lugar más peligroso para un niño es el vientre de su propia madre!