sábado, 13 de junio de 2009

Tic tac... el tiempo vuela...

Tic tac, es tu joven corazón
Tic tac buscando el amor
Tic tac escucha de cerca el sudor

Tic tac no sabes aun querer
Tic tac duermes de pie
Tic tac es tu corazón que hace
Tic tac, tic tac en la pared

Pero al amor no basta con darle cuerda y mirarlo
No esperes mas a las agujas que a ellas no les importas tu ni nadie
Es un reloj roto
Tu corazón solo
Es un reloj que hay que poner en hora
Para que no llegue tarde al amor esta vez

Tic tac ríes nervioso hacia ver
Tic tac que te quiere ver
Tic tac si suena todo a la mar

Tic tac es tu joven corazón
Tic tac buscando el amor
Tic tac es tu corazón que hace
Tic tac, tic tac en la pared

¿Quién define si vamos rápido o vamos lento? ¿Quién define si es mucho o si es poco el tiempo que esperamos por algo? Si hay algo que he aprendido ultimamente, es que esa frase de “no esperes más a las agujas, que a ellas no les importas tu ni nadie” muchos se la toman muy a pecho. Son aquellos que creen que no tienen tiempo y su reloj marca tic tac, tic tac desesperantemente, cada vez más y más rápido, como una bomba de tiempo a punto de estallar.

¿Y qué hay de los que estamos a gusto con nuestro ritmo de reloj? Aquellos que nos sentimos tranquilos escuchando ese suave y despacio tic – tac... que vivimos sin pausa, pero sin prisa, que no nos debemos al tiempo… ¿Tenemos que acelerarlo al ritmo de los otros? No lo creo.

Tiempo… Es una palabra que empieza y que se acaba
No se debe ni se termina
Que corre despacio y que pasa de prisa

Despacio pasan las horas cuando quiero tener sueño
Cuando es un sueño que quiero, las horas pasan corriendo

Si me ven que estoy divagando mucho sobre este tema, es porque aun no tengo claro, si quiero que el tiempo pase más lento o más despacio.
Es que, partiendo de lo más básico: cuando lo estamos pasando bien, el tiempo se va volando, (y en estas cuestiones, es cuando quisiera que pase más lento) pero el mismo tiempo en una aburrida sala de clases parece eterno (y aquí quisiera que vaya más rápido). Eso por hablar de lo básico y nada más. Hablando más allá, el tiempo de ser joven, de hacer tonteras, locuras y demás a veces no parece suficiente, quizás aun no hemos hecho todo lo que queremos hacer, pero a ó b circunstancias nos obligan a crecer rápido, y a hacer que ese tiempo vuele o simplemente se esfume.

Ser joven es tan chévere después de todo: no tienes nada de qué preocuparte más que de ti mismo, de sembrar lo que quieres cosechar en el futuro, en TU futuro, y eso es algo de cada uno: quien quiera cosechar manzanas que no siembre limones pues… (ok… eso fue agrio, pero espero que entiendan por qué lo digo). Escoge bien que siembras, nada más.
Pero de mayor… chuta… en el momento que empieces a formar tu familia, ya no eres responsable sólo de ti, sino de otros seres más. Habrá personitas que dependan de tus cuidados y de lo que le des. ¿Qué vas dar si no sembraste nada? Si no tienes nada en qué apoyarte, ¿qué vas a hacer?

No, no… Me niego a ser mayor. Esta etapa es la mejor. Obvio, tiene ciertas desventajas, como todo, pero prefiero esto a las desventajas de tener alguien más por quien responsabilizarme. Quizás suene egoísta e inmaduro, sé que hay miles de personas que lo hacen todo el tiempo, y lo hacen bien y realmente los aplaudo, pero es mi punto de vista por ahora, quizás más delante de verdad crezca y vea las cosas desde otro punto de vista, lo que me lleva a la conclusión de que, como el título de este blog, de según como se mire todo depende. ¿Y de qué depende cómo se mire? En esta cuestión, depende del tiempo. Bendito y maldito tiempo.